Personal tongues isn't a gift...? 1 of 3
¿El don de las lenguas no es un don? 1 de 3
Hola a todos,
Comúnmente recibo preguntas sobre las lenguas, a menudo diciendo que no tienen ese don. Ven que hay dones de sanidades, palabra de conocimiento, ayudas, generosidad, misericordia y servicio, pero sienten que les falta el don de lenguas.
Esto resulta en una comprensión de Dios basada en “los que tienen y los que no tienen”. A veces están convencidos de que no es para ellos por decisión de Dios. A veces les han impuesto manos y no pasó nada, y a veces se escuchó balbuceo de quienes intentaban ‘guiarlos’ en lenguas. También les han enseñado que las lenguas cesaron con los apóstoles originales, aunque siguen buscando la verdad.
Este estudio puede requerir que reevalúes lo que has asumido como cierto durante años.
Lo que enseñó Jesús
En Lucas 5:36–38 Jesús dijo una parábola: “Nadie pone vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo romperá los odres viejos. Hay que hacer nuevos los odres primero, y entonces se puede poner el vino nuevo, y ambos se conservarán”. El odre representa el espíritu humano; el vino nuevo es el Espíritu Santo. Un odre en ese tiempo era una bolsa de cuero. Cuando se secaban y agrietaban, si se llenaban con vino nuevo, se rompían o filtraban.
El odre—es decir, el espíritu humano—debe ser renovado. ¿Puedes imaginar que una persona con un espíritu humano normal, sin haber nacido de nuevo, reciba repentinamente al Espíritu Santo? Jesús dijo que eso lo destruiría.
Pero cuando decidimos seguir a Jesús, el Espíritu Santo está autorizado para recrear nuestro espíritu humano. Somos “nacidos de nuevo”, como Jesús dijo en Juan 3:3. Ese es el nuevo nacimiento, el renacimiento espiritual. Luego, el vino nuevo, que es el Espíritu Santo, puede ser añadido. Así que, como muestra la parábola, es posible tener un nuevo odre (nacer de nuevo) pero aún no haber recibido el vino nuevo (el Espíritu Santo).
El nuevo odre es capaz de contener vino, pero no necesariamente lo tiene; sigue siendo un odre. Esto significa que una persona puede haber nacido de nuevo, pero puede o no tener al Espíritu Santo en ella. Esto nos muestra un intervalo de tiempo entre hacer nuevo el odre y añadir el vino nuevo. Todo eso y más está contenido en esta pequeña parábola.
Nuevo odre:
En Juan 20:22, Jesús resucitado se aparece a sus discípulos y sopla sobre ellos: “Recibid el Espíritu Santo...”, refiriéndose a la acción del Espíritu Santo al recrear sus espíritus. Sus “odres” fueron renovados cuando creyeron en el Señor resucitado. Nacieron de nuevo en ese momento. Pero aún no habían recibido el vino nuevo—no habían recibido al Espíritu Santo como persona para habitar en ellos; aunque sus espíritus fueron recreados por Él para que pudieran moverse en las cosas de Dios.
Reflexiona en esto: la mayoría de las personas no conocen lo que enseñó Jesús. Muchos cristianos piensan que una persona recibe al Espíritu Santo en cuanto cree. Pero Jesús enseñó que el Espíritu Santo renueva su espíritu, y recibir al Espíritu Santo es algo separado: es el llenado del odre.
Cuarenta días después, Jesús les dijo: “Esperad la promesa del Padre, porque seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de pocos días... Recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros...” Ese es el vino nuevo siendo añadido a sus nuevos “odres”. Jesús se mostró vivo durante 40 días, y 10 días después llegó Pentecostés (Hechos 1:5, 8).
Nacieron de nuevo al ver al Señor resucitado, pero no recibieron al Espíritu Santo como persona hasta Pentecostés. Hubo un total de 50 días entre la resurrección de Jesús y Pentecostés. Esta brecha de tiempo entre nacer de nuevo y luego recibir al Espíritu Santo también era común en sus tiempos. Por eso, aproximadamente 20 años después de Pentecostés, en Hechos 19:1–6, Pablo encuentra a unos 12 hombres que él supone que son creyentes, y les pregunta: “¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?”
Esto nos muestra que incluso en ese entonces, apenas 20 años después de Pentecostés, a menudo había un intervalo entre nacer de nuevo (nuevo odre) y recibir al Espíritu Santo (vino nuevo). Muestra que Pablo creía que una persona podía haber nacido de nuevo, pero NO TENER al Espíritu Santo. “¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?” Ajustemos nuestra teología a lo que dice la Biblia.
En Hechos 10:39–48, Pedro está compartiendo con la casa gentil de Cornelio que Jesús fue resucitado de entre los muertos por el Padre, y que todos los que creen en Él recibirán el perdón de pecados. Inmediatamente después de estas palabras, el Espíritu Santo vino sobre todos ellos... Y los judíos que acompañaban a Pedro quedaron asombrados: “porque sobre los gentiles también se derramó el don del Espíritu Santo”.
¿El don de qué?
La mayoría de los cristianos que leen en inglés entienden que ese versículo significa que el don del Espíritu Santo son las lenguas. En realidad, el griego dice que el don es el Espíritu Santo, y las lenguas son simplemente una manifestación de que alguien ha recibido ese don, que es el Espíritu Santo.
Por eso, en Hechos 2:38, cuando la gente pregunta a Pedro qué deben hacer, él responde (en griego): “Pedro entonces les dijo: Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.” El Espíritu Santo ES el don.
Cito el Diccionario Expositivo de Palabras del NT de Vine: “el don del Espíritu Santo,” siendo el “don” el Espíritu Santo mismo; Referencia (Hechos) 10:45; 11:17 y la frase “el don de la justicia”, Romanos 5:17.
Hechos 11:16–17 aclara que lo ocurrido en casa de Cornelio en Hechos 10 se trató del don del Espíritu Santo. Pedro relata la historia diciendo: “Así que si Dios les dio el mismo don que a nosotros cuando creímos en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para estorbar a Dios...?”
Vine menciona Hechos 10:45 con la misma estructura gramatical, donde los judíos que estaban con Pedro en casa del gentil Cornelio se sorprenden de que Dios derramara “el don del Espíritu Santo” sobre gentiles — el Espíritu Santo ES el don, y la evidencia de tener ese don fueron las lenguas. Pero las lenguas no son el don en estos pasajes, sino una manifestación de haber recibido al Espíritu Santo.
Vine también destaca la misma gramática usada en Romanos 11:17 con la frase “el don de la justicia”. El don ES la justicia. No hay nada secundario; la justicia ES el don. Así como en Hechos 2:38 el Espíritu Santo ES el don, y en Hechos 10:45 también lo es.
Déjalo asimilar...
Durante todos estos años, probablemente leíste “el don del Espíritu Santo” en Hechos 2:38 y 10:44–45 como si se tratara del don de lenguas. Qué sorpresa descubrir que el don, según Pedro y Pablo, ES el Espíritu Santo. Las lenguas son simplemente algo que otros escuchan como confirmación de que una persona ha recibido al Espíritu Santo, quien es el don. La pregunta es: ¿Quieres al Espíritu Santo? Al principio dije que esta serie podría hacerte reexaminar lo que crees, jaja.
La próxima semana, exploraremos el libro de los Hechos para ver qué creían Pedro, Pablo y los demás... hasta entonces, bendiciones,
John Fenn
cwowi.org y puedes escribirme a [email protected] o [email protected]
¿El don de las lenguas no es un don? 1 de 3
Hola a todos,
Comúnmente recibo preguntas sobre las lenguas, a menudo diciendo que no tienen ese don. Ven que hay dones de sanidades, palabra de conocimiento, ayudas, generosidad, misericordia y servicio, pero sienten que les falta el don de lenguas.
Esto resulta en una comprensión de Dios basada en “los que tienen y los que no tienen”. A veces están convencidos de que no es para ellos por decisión de Dios. A veces les han impuesto manos y no pasó nada, y a veces se escuchó balbuceo de quienes intentaban ‘guiarlos’ en lenguas. También les han enseñado que las lenguas cesaron con los apóstoles originales, aunque siguen buscando la verdad.
Este estudio puede requerir que reevalúes lo que has asumido como cierto durante años.
Lo que enseñó Jesús
En Lucas 5:36–38 Jesús dijo una parábola: “Nadie pone vino nuevo en odres viejos, porque el vino nuevo romperá los odres viejos. Hay que hacer nuevos los odres primero, y entonces se puede poner el vino nuevo, y ambos se conservarán”. El odre representa el espíritu humano; el vino nuevo es el Espíritu Santo. Un odre en ese tiempo era una bolsa de cuero. Cuando se secaban y agrietaban, si se llenaban con vino nuevo, se rompían o filtraban.
El odre—es decir, el espíritu humano—debe ser renovado. ¿Puedes imaginar que una persona con un espíritu humano normal, sin haber nacido de nuevo, reciba repentinamente al Espíritu Santo? Jesús dijo que eso lo destruiría.
Pero cuando decidimos seguir a Jesús, el Espíritu Santo está autorizado para recrear nuestro espíritu humano. Somos “nacidos de nuevo”, como Jesús dijo en Juan 3:3. Ese es el nuevo nacimiento, el renacimiento espiritual. Luego, el vino nuevo, que es el Espíritu Santo, puede ser añadido. Así que, como muestra la parábola, es posible tener un nuevo odre (nacer de nuevo) pero aún no haber recibido el vino nuevo (el Espíritu Santo).
El nuevo odre es capaz de contener vino, pero no necesariamente lo tiene; sigue siendo un odre. Esto significa que una persona puede haber nacido de nuevo, pero puede o no tener al Espíritu Santo en ella. Esto nos muestra un intervalo de tiempo entre hacer nuevo el odre y añadir el vino nuevo. Todo eso y más está contenido en esta pequeña parábola.
Nuevo odre:
En Juan 20:22, Jesús resucitado se aparece a sus discípulos y sopla sobre ellos: “Recibid el Espíritu Santo...”, refiriéndose a la acción del Espíritu Santo al recrear sus espíritus. Sus “odres” fueron renovados cuando creyeron en el Señor resucitado. Nacieron de nuevo en ese momento. Pero aún no habían recibido el vino nuevo—no habían recibido al Espíritu Santo como persona para habitar en ellos; aunque sus espíritus fueron recreados por Él para que pudieran moverse en las cosas de Dios.
Reflexiona en esto: la mayoría de las personas no conocen lo que enseñó Jesús. Muchos cristianos piensan que una persona recibe al Espíritu Santo en cuanto cree. Pero Jesús enseñó que el Espíritu Santo renueva su espíritu, y recibir al Espíritu Santo es algo separado: es el llenado del odre.
Cuarenta días después, Jesús les dijo: “Esperad la promesa del Padre, porque seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de pocos días... Recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros...” Ese es el vino nuevo siendo añadido a sus nuevos “odres”. Jesús se mostró vivo durante 40 días, y 10 días después llegó Pentecostés (Hechos 1:5, 8).
Nacieron de nuevo al ver al Señor resucitado, pero no recibieron al Espíritu Santo como persona hasta Pentecostés. Hubo un total de 50 días entre la resurrección de Jesús y Pentecostés. Esta brecha de tiempo entre nacer de nuevo y luego recibir al Espíritu Santo también era común en sus tiempos. Por eso, aproximadamente 20 años después de Pentecostés, en Hechos 19:1–6, Pablo encuentra a unos 12 hombres que él supone que son creyentes, y les pregunta: “¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?”
Esto nos muestra que incluso en ese entonces, apenas 20 años después de Pentecostés, a menudo había un intervalo entre nacer de nuevo (nuevo odre) y recibir al Espíritu Santo (vino nuevo). Muestra que Pablo creía que una persona podía haber nacido de nuevo, pero NO TENER al Espíritu Santo. “¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?” Ajustemos nuestra teología a lo que dice la Biblia.
En Hechos 10:39–48, Pedro está compartiendo con la casa gentil de Cornelio que Jesús fue resucitado de entre los muertos por el Padre, y que todos los que creen en Él recibirán el perdón de pecados. Inmediatamente después de estas palabras, el Espíritu Santo vino sobre todos ellos... Y los judíos que acompañaban a Pedro quedaron asombrados: “porque sobre los gentiles también se derramó el don del Espíritu Santo”.
¿El don de qué?
La mayoría de los cristianos que leen en inglés entienden que ese versículo significa que el don del Espíritu Santo son las lenguas. En realidad, el griego dice que el don es el Espíritu Santo, y las lenguas son simplemente una manifestación de que alguien ha recibido ese don, que es el Espíritu Santo.
Por eso, en Hechos 2:38, cuando la gente pregunta a Pedro qué deben hacer, él responde (en griego): “Pedro entonces les dijo: Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para el perdón de los pecados, y recibiréis el don del Espíritu Santo.” El Espíritu Santo ES el don.
Cito el Diccionario Expositivo de Palabras del NT de Vine: “el don del Espíritu Santo,” siendo el “don” el Espíritu Santo mismo; Referencia (Hechos) 10:45; 11:17 y la frase “el don de la justicia”, Romanos 5:17.
Hechos 11:16–17 aclara que lo ocurrido en casa de Cornelio en Hechos 10 se trató del don del Espíritu Santo. Pedro relata la historia diciendo: “Así que si Dios les dio el mismo don que a nosotros cuando creímos en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo para estorbar a Dios...?”
Vine menciona Hechos 10:45 con la misma estructura gramatical, donde los judíos que estaban con Pedro en casa del gentil Cornelio se sorprenden de que Dios derramara “el don del Espíritu Santo” sobre gentiles — el Espíritu Santo ES el don, y la evidencia de tener ese don fueron las lenguas. Pero las lenguas no son el don en estos pasajes, sino una manifestación de haber recibido al Espíritu Santo.
Vine también destaca la misma gramática usada en Romanos 11:17 con la frase “el don de la justicia”. El don ES la justicia. No hay nada secundario; la justicia ES el don. Así como en Hechos 2:38 el Espíritu Santo ES el don, y en Hechos 10:45 también lo es.
Déjalo asimilar...
Durante todos estos años, probablemente leíste “el don del Espíritu Santo” en Hechos 2:38 y 10:44–45 como si se tratara del don de lenguas. Qué sorpresa descubrir que el don, según Pedro y Pablo, ES el Espíritu Santo. Las lenguas son simplemente algo que otros escuchan como confirmación de que una persona ha recibido al Espíritu Santo, quien es el don. La pregunta es: ¿Quieres al Espíritu Santo? Al principio dije que esta serie podría hacerte reexaminar lo que crees, jaja.
La próxima semana, exploraremos el libro de los Hechos para ver qué creían Pedro, Pablo y los demás... hasta entonces, bendiciones,
John Fenn
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